“El cine que queremos seguir haciendo es aquel que no siempre es amable, pero que nos cuestiona y nos remueve”, afirmó la productora María Zamora en su agradecimiento por el Feroz a la mejor película dramática de Salve María , de Mar Coll, el tan elegante como trepidante thriller psicológico sobre una madre deprimida que se obsesiona con un doble filicidio. También obtuvo un reconocimiento a su fabuloso cartel, que, por mostrar un pecho femenino del que mana leche materna, ha sido censurado por doquier: ya no solo en Instagram, sino en Google y las estaciones de Adif, replicándose en una versión más recatada. Esa realidad hostil hace todavía más necesaria una película que, en lo político, visibiliza una forma de malvivir la maternidad que ha sido siempre silenciada, impidiendo su sanación.
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El equipo de “Salve María” recibe el Feroz a la mejor película dramática en la gala de entrega, en su duodécima edición
Salve María tan solo había obtenido dos premios Gaudí y otras dos nominaciones a los Goya, por lo que su inesperado triunfo en los Feroz fue doblemente celebrado. Nunca es bueno que, en esta sucesión de galas, una película se lo lleve todo, como si la cosecha solo diera para un título perdurable. Aunque en Pontevedra, donde se repartieron los Feroz, se replicaron algunos Gaudí, hay que aplaudir que Anna Cornudella lo lograra por The Human Hibernation , por la que ni siquiera había sido nominada en su tierra, cuando se trata de una propuesta inaudita, donde la mirada científica deviene hipnótica poesía. Pero lo más singular de la velada seguía siendo que Segundo premio , galardonada con tres Gaudí y nominada a once Goya, quedara excluida de las feroces nominaciones: las lenguas más viperinas del sector lo achacan a que no fue incluida en el sistema de visionado casero de los “220 críticos con nombres y apellidos” que, según su presidenta, María Guerra, componen la AICE, lo cual es, como mínimo, desconcertante.
¡Qué valor tiene el elogio si no viene de alguien capaz de decirte lo contrario!
Sin embargo, no faltó una autocrítica al respecto a través de un gag de La Dani, encargado de conducir la gala tras el premio en la anterior edición por Te estoy amando locamente , aunque ahora dice haber vuelto a su Málaga natal, para ejercer de peluquero, dada la precariedad del sector. Las peores críticas se las llevó Elon Musk y su ejército de bots con el brazo levantado (más de la mitad de usuarios de Twitter, según Guerra) y, más inesperadamente, el juez Carretero, por su interrogatorio de Elisa Mouliaá en el Caso Errejón. Emma Vilarasau terminó su discurso citándolo explícitamente: “En mi profesión, cuando uno hace una penosa actuación, se le critica. Y si se le critica, uno se lo come y se lo calla. Que eso es libertad de expresión”. Almodóvar abundó en lo mismo: “Los Feroz se caracterizan por ese tipo de cosas, si alguien hace mal un trabajo, tiene que aceptar la crítica, o sea, que a criticarnos”, y Dani de la Orden lo remató agradeciendo “incluso a los que me habéis puesto a parir, porque de doce películas alguna mala hemos hecho”. Nunca se había visto, premio en mano, tan buena predisposición a ser criticado. Ojalá cunda el ejemplo, porque todavía hay productores y directores que contemplan la crítica como una prolongación de sus departamentos de promoción. Craso error, porque... ¡Qué valor tiene el elogio si no viene de alguien capaz de decirte lo contrario!
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El realizador Pedro Almodóvar gana el Feroz al mejor director de película por 'La habitación de al lado'