El secreto de la felicidad

Cómo ser feliz, según Matthieu Ricard (el hombre más feliz del mundo)

Matthieu Ricard ha sido descrito por la ciencia como “el ser humano más feliz del mundo”, por lo que recurrimos a él para aprender cómo seguir sus pasos.
Matthieu Ricard hablando sobre cómo ser feliz
Matthieu Ricard, el hombre más feliz del mundo.Mike Pont/Getty Images

Si te preguntas cómo ser feliz, has llegado al lugar correcto.

En esta Tierra no hay una única forma de existir: hay quien vive una sola vida, quien ni siquiera vive una y quien tiene la suerte de vivir dos. Matthieu Ricard es uno de ellos. Nacido en Aix-les-Bains, Francia, en 1946, tenía 21 años cuando nació por segunda vez en Darjeeling, India, el 12 de junio de 1967. Matthieu recuerda bien ese día: fue entonces cuando conoció a su primer y más importante maestro espiritual, Kangyur Rinpoche, y a partir de ese momento, su vida cambió para siempre.

Ese encuentro lo deslumbra: decide dejar todo lo que había conocido hasta ese momento —una existencia cómoda, una buena educación, un futuro estable— para sumergirse por completo en un mundo lejano de silencio, meditación, oración, sacrificio y alegría.

Así comenzó el viaje que lo llevaría a convertirse en uno de los monjes budistas más conocidos del mundo, un monje “errante” en el sentido original del término: Después de la India, su viaje continuó hacia Bután, Nepal, Tíbet, pues la de Matthieu es un alma en perpetuo movimiento, desprovista de apego a lugares o posesiones terrenales, en constante búsqueda de una respuesta a las preguntas fundamentales de la existencia.

Aprende de Matthieu Ricard.

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Su elección, su vida, los episodios que han marcado su “búsqueda de la felicidad”, están relatados en su autobiografía, Memorias de un monje budista, publicada por Piemme, en la que Ricard recorre los cincuenta años transcurridos desde aquel día de 1967, haciendo de intermediario entre el lector y todos los maestros que han iluminado su camino espiritual hacia el bien, hacia el rechazo del individualismo en nombre del amor altruista, hasta el sentido más profundo de su viaje: recoger luz para dar luz.

Lo que Matthieu ha encontrado en su búsqueda del bien le ha valido ser designado por la comunidad científica como el “hombre más feliz del mundo”, y por su labor humanitaria en favor de la supervivencia de la cultura tibetana, fue nombrado Caballero de la Orden Nacional del Mérito por el Presidente François Mitterrand. Todos títulos elevados que él recibe como un regalo, pero que no lo halagan.

Hablamos con Matthieu Ricard sobre la búsqueda de la felicidad y el secreto para alcanzarla.

Lo han llamado el hombre más feliz del mundo: pero ¿en qué consiste realmente la felicidad para usted?

Esta designación es solo una gran broma y no tiene ninguna base científica [Ricard resta importancia a la definición, pero en realidad ha sido estudiada por el neurocientífico Richard J. Davidson]. Bastan unos segundos de reflexión para darse cuenta de que es imposible conocer el nivel de bienestar de siete mil millones de seres humanos. La felicidad no es una sucesión ininterrumpida de sensaciones agradables, que es más bien una receta para el agotamiento físico. La verdadera felicidad es una forma de ser, un estado adquirido de integridad que subyace e impregna toda experiencia, todo comportamiento, y lo abarca todo, alegrías y penas. Este estado va acompañado de una vulnerabilidad que se atenúa ante los cambios de circunstancias, buenas o malas. Una fortaleza altruista y resistente sustituye gradualmente al sentimiento de inseguridad y pesimismo que aflige a tantas mentes.

¿Es difícil ser feliz? Si es así, ¿cuánto?

Basta con buscar la felicidad donde realmente está: en la bondad, en la libertad y la paz interior, en la fuerza interior, en la sabiduría, y no darle la espalda buscándola en la riqueza, la fama, la belleza física, la eterna juventud, el poder.

Hoy es monje budista: ¿qué significa serlo en este mundo?

Hacerse monje no es necesario, es simplemente una elección personal para simplificar la existencia y dedicarse por completo a la vida espiritual, para poder, por ejemplo, pasar cinco años de retiro solitario en una ermita.

¿Cuál es la mayor enseñanza que recibió de su maestro Kangyur Rinpoche?

Cultivar al mismo tiempo la sabiduría y la bondad, también entendida como altruismo, que son como las dos alas que permiten a los pájaros volar en el cielo, hacia la libertad interior y la liberación del sufrimiento.

En este mundo pospandémico y en este clima de guerra, ¿cómo podemos buscar la felicidad?

He aquí la clave de la felicidad.

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La búsqueda de la felicidad egoísta está condenada al fracaso. El altruismo es la única manera de realizar simultáneamente el bien de los demás y el nuestro propio. Solo el altruismo puede conciliar imperativos a corto plazo como alimentar a la propia familia, sobrevivir en un sistema económico con fluctuaciones preocupantes, con imperativos a medio plazo como la búsqueda de una vida feliz y plena y, a largo plazo, respetar el medio ambiente en beneficio de las generaciones futuras.

A menudo oímos hablar del desapego al ego y a las cosas: ¿qué significa eso? ¿Cómo se deja ir, cómo no se reclama la posesión?

El no apego no consiste en privarse de todo lo bueno que existe, lo que sería absurdo, sino en liberarse de las causas del sufrimiento. Pero con frecuencia tenemos una especie de dependencia de las causas del sufrimiento. El desapego es la libertad interior.

¿Cuáles son las prácticas cotidianas que conducen a la felicidad?

Seré repetitivo, pero desinterés, desinterés y más desinterés. Pero también saber estar bien con poco, sobriedad feliz, maravillarse con la belleza de la naturaleza y confiar en que en el fondo de cada ser vivo siempre hay un potencial de bondad que necesita salir a la luz.

¿Cómo no tener miedo o ansiedad ante el mundo que nos espera?

El miedo es bueno, pero no basta. Tenemos que actuar. La cuestión del medio ambiente y el calentamiento global es, con mucho, el mayor reto del siglo XXI. Somos nosotros los que hemos creado este desastre y depende de nosotros ponerle remedio. Podemos hacerlo, pero para ello tenemos que cambiar considerablemente nuestro modo de vida. De lo contrario, las generaciones futuras sufrirán terriblemente y dirán: “¡Lo sabían y no hicieron nada!”.

Artículo publicado originalmente en Vanity Fair Italia.