¿Por qué descubrir el upcycling?
Entre las muchas cosas que van a cambiar cuando pase la crisis del coronavirus es altamente probable que estén los hábitos de consumo y la escala de valores de qué es el lujo. Semanas en cautiverio nos han hecho descubrir que lo que sentimos y la satisfacción del aire libre, la familia y los amigos son mucho más importantes que qué vestimos y cuánto costó. Eso va a facilitar mucho las cosas a la hora de aplicar la fórmula de inversión + upcycling para no arruinarte cada vez que te propongas renovar tu clóset. No tienes que mirar raro ni subir las cejas.
Es un hecho que en las últimas décadas los hombres nos hemos convertido en máquinas de consumo que desmienten la figura del tipo que andaba todo el año con un traje, unos jeans, tres o cuatro camisetas y un par de botas (lo básico).
¿Quiénes gastan más en ropa, ellas o nosotros?
Esperamos que estés listo para aguantar el bombazo… Según un estudio de dos importantes tarjetas de crédito, los varones gastamos un 43 por ciento más en ropa que las mujeres cada mes. Eso trae aparejada la realidad de que nuestras cuentas se drenan más que las de ellas y que somos unos peligrosos agentes contaminantes. Aunque generalizar es fatal y hay muchas excepciones, el tema no es necesariamente que sigamos más las tendencias, sino que somos menos creativos a la hora de combinar piezas, menos cuidadosos para mantenerlas y mucho menos imaginativos para reusar algo con cambios que lo hagan lucir como nuevo.
Otro estudio, en este caso de la firma que estudia hábitos de consumo, CCM Benchmark, especifica que hay diferencias entre grupos de edad y quienes están entre 25 y 35 años son los más gastadores en ropa y accesorios, excepto en el caso de los relojes de muy alta gama, que son los favoritos de los 45+. Además, porque somos menos pacientes y nos gusta enseñar los símbolos de estatus, el hecho de reconocer a la ropa como uno de ellos hace que gastemos lo que sea para que nos vean como líderes de la tribu, aunque nos quedemos cortos para pagar la renta a fin de mes.
La cubana Mary Novoa es gerente de una tienda multimarcas en Miami, famosa por ser un centro favorito de los latinos locales y de turistas que llegan a hacer compras. Ella nos confirma que “nada es más fácil que venderle a un hombre. Llegan por una camisa y les armo todo el outfit, incluyendo zapatos y tres corbatas que muy probablemente no pensaba llevar. Ellos no llegan con un plan meditado, sino que siguen el instinto y si, además, quieren ligar a la vendedora, ¡hacemos el día!”. En otras palabras, seguimos siendo cazadores paleolíticos, pero en vez de flechas usamos tarjetas de crédito para capturar las presas… y esas flechas que usamos ahora cuestan muy caras.
El upcycling como solución
De pronto no lo has pensado, pero ¿qué tal si en vez de comprar otra camisa barata igual a la que te llevaste el mes pasado, te vas con una que dure más y que puedas reusar haciendo que le cambien un par de detalles? Esto se llama upcycling y hay un montón de marcas que lo hacen con sus producciones excedentes. En esos casos usan a diseñadores capaces de colocar pequeños cambios en las prendas, que terminan por parecer algo totalmente nuevo. También a nivel local, muchos sastres y costureras de pequeños negocios están ahí a tu disposición para renovarte tu armario a la vez que ejercitas tu creatividad. Si lo haces, terminas llevando algo que nadie más va a tener y ahorras un montón de dinero. Además, sin saberlo ni haciendo mucho escándalo, dejas de ser un tipo nocivo y te conviertes en parte de eso que se llama moda sostenible y economía circular.
Además de las malas noticias de la pandemia con las que despertamos en estos días, por suerte hemos visto imágenes de ciudades como Nueva Delhi o Shanghai, en las que lo normal hasta ahora era la imposibilidad de respirar, que se muestran claras y casi sin contaminación. Lo mismo se está viendo en ríos y manantiales que han recuperado su caudal de hace cinco décadas. Une eso a la idea de que una simple camiseta se traga 2700 litros de agua y te vas a dar cuenta de cuánto ayudas al planeta si eres racional al consumir calidad y hacerla más duradera, con soluciones como reusar de manera creativa.
El upcycling es posible hasta comprando ropa usada. No hay nada malo en eso y, si te quieres sentir cómodo, piensa que es una prenda “vintage” que ha sido modificada. De hecho, hasta puedes inventarte una historia de lo que ha vivido aquella chamarra y las aventuras en las que acompañó a tu tío antes que tú la heredaras y la “remodelaras”. El flow de esa conversación no falla para un montón de objetivos colaterales. También es verdad que esas tiendas de upcyclers-vintage usan prendas con tejidos que ya no se encuentran y que, cuando existen, están en un rango de precios bespoke frecuentemente inalcanzable para la mayoría.
Si te impresionan los nombres y las marcas, a nivel de alto diseño Demna Gvasalia y John Galliano son nombres que han aplicado esto a su arte. Pégate al reto, compite con ellos y demuestra que tú también eres creativo y sostenible a la hora de ahorrar vistiéndote.