Opinión | LIBRO POLÉMICO

Es lícito sacar dinero de un asesinato

José Bretón.

José Bretón. / EP

Se necesita tener la cara dura para escribir o publicar un libro de doscientas páginas sobre dos niños asesinados por su padre entrevistando exclusivamente al asesino, y sin tomarse la molestia de avisar a la madre de las criaturas, para proclamarse a continuación campeones de la libertad de expresión. Qué pasaría si la versión del filicida hubiera sido escrita por un dirigente de Vox que alguno hay de letrado, en lugar de un escribano de los discursos de Sánchez premiado con el Instituto Cervantes, y apareciera en una editorial no intocable. Hasta Trump hubiera figurado en la catarata de descalificaciones.

Se puede vivir una experiencia cultural plena sin la obra del autor del libro ‘El odio’ y de su editorial, a falta de decidir si esa abstención mejora incluso la vida intelectual. La obligación de intervenir surge cuando ambos impostores desean inscribirse en la tradición ilustrada. No enriquecen la libertad de expresión, se aprovechan lícitamente de esa prerrogativa para ganar dinero con una empresa comercial. Hay que corregir al presunto Voltaire en "tus ideas no me merecen el mínimo interés, pero estoy dispuesto a dar mi vida para que puedas vomitarlas".

El pronunciamiento rompedor sobre el asunto en cuestión es "me importa un bledo el libro sobre este doble asesinato".

Defender la publicación de ‘El odio’ no le concede ninguna heroicidad.

Sostener que alguien se acerca a un asesino sin morbo equivale a defender que acepta una cita a cenar con Taylor Swift porque en ese restaurante sirven unos magníficos spaghetti. Al hablar supuestamente de literatura, sorprende en este escándalo promocional la pésima calidad expresiva de escritor y editorial. Asegura el sanchista que su aportación cenital le "quita" voz al asesino porque "le enfrenta con sus contradicciones", como si fuera un manual de autoayuda para el preso. En cuanto a la marca, su "esperaremos a lo que las resoluciones judiciales indiquen" explica el desplome de España en el informe PISA. En fin, quienes somos demasiado perezosos para reclamaciones, celebraríamos que los agraviados obtuvieran por negociación o pleito parte del dinero que los mercaderes tienen derecho a exprimir de su sensacionalismo.

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